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De la Resistencia al Lucro: Cómo el Mercado Está Moldeando la Industria Cannábica

De los Márgenes al Mainstream


Durante décadas, el cannabis fue sinónimo de resistencia. Desde movimientos antiprohibicionistas hasta comunidades tradicionales que cultivaban la planta con fines medicinales, espirituales o culturales, su historia está marcada por la persecución, el estigma y la criminalización —especialmente dirigidos a poblaciones negras, indígenas y periféricas.
Pero el panorama cambió. La legalización del cannabis en varios países y estados transformó radicalmente su trayectoria. Lo que antes era símbolo de contracultura, hoy es un sector prometedor de la economía global. Se estima que la industria legal del cannabis supere los 70 mil millones de dólares para 2030, impulsada por inversores, startups y corporaciones multinacionales. La planta que resistía, ahora es un gran negocio.

Capitalismo Verde y la Estética del Progreso

Esta transición de la ilegalidad al mercado legal se da bajo la lógica del llamado “capitalismo verde”: una forma de producción que promete unir sostenibilidad y responsabilidad social con la búsqueda de beneficios. Así se presenta hoy el cannabis —en envases ecológicos, con marketing progresista y promesas de inclusión social.
Sin embargo, detrás de la estética “verde” y del discurso políticamente consciente, persiste la estructura tradicional del capitalismo: exclusión, concentración de poder y búsqueda incesante de crecimiento. La lógica es simple: quien tiene más capital, avanza más rápido. Y quien siempre estuvo al margen, sigue luchando por un lugar, incluso en un mercado “legal”.

Quién Gana y Quién Queda Fuera

La legalización debería ser una oportunidad para la reparación histórica. Pero en la práctica, la industria legal del cannabis reproduce muchas de las injusticias del pasado. En Estados Unidos, más del 80 % de las empresas de cannabis están lideradas por personas blancas. Mientras tanto, miles de personas aún cumplen condenas por delitos no violentos relacionados con la posesión o el microtráfico de la misma planta que hoy enriquece a empresarios.
El modelo de negocio dominante favorece a grandes grupos, que pueden afrontar los costos de licencias, infraestructura y lobby político. Pequeños productores, comunidades tradicionales y ex-cultivadores de la economía informal enfrentan obstáculos casi insuperables para regularizarse.

La Estandarización de la Planta y la Pérdida de Saberes

Otro impacto del mercado sobre el cannabis es su comercialización masiva: la transformación de la planta en un producto estandarizado, escalable y replicable. Esto significa, muchas veces, priorizar cepas con mayor potencial comercial, en detrimento de la diversidad genética y de los usos medicinales o rituales menos rentables.
Los saberes tradicionales sobre el cultivo, el manejo y el uso terapéutico acaban siendo desplazados. El conocimiento ancestral es sustituido por laboratorios, patentes y fórmulas propietarias. La planta deja de ser un símbolo de curación y resistencia para convertirse en un producto farmacéutico, cosmético o recreativo vendido a gran escala.

¿Es Posible una Legalización Justa?

A pesar del panorama preocupante, existen alternativas. Muchos colectivos y movimientos sociales se están movilizando por un modelo de legalización inclusivo, antirracista y ecológico. Esto incluye:

  • Programas de licencias sociales para pequeños cultivadores y ex-reclusos;
  • Cooperativas y colectivos de cultivo;
  • Políticas públicas de reparación histórica e inversión comunitaria;
  • Incentivos a la producción agroecológica y regenerativa de la planta;
  • Protección del conocimiento tradicional y de la diversidad genética del cannabis.

La legalización no tiene por qué ser sinónimo de colonización corporativa. Puede —y debe— ser una oportunidad para reimaginar formas de producción, consumo y cuidado más justas y horizontales.

Conclusión: La Planta Sigue Siendo Política

El cannabis nunca fue solo una planta. Siempre ha estado cargado de significados culturales, espirituales, medicinales y políticos. Ahora, frente a su absorción por el mercado, le corresponde a la sociedad civil, a los movimientos sociales y a las nuevas generaciones de emprendedores asegurarse de que su esencia no sea borrada.
El futuro del cannabis depende de decisiones. Decisiones entre el lucro y la reparación, entre la monocultura y la diversidad, entre el monopolio y lo colectivo. El mercado puede moldear la industria, pero la resistencia aún tiene mucho que decir.

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